En 1939, el buscador de talentos para el sello Bluebird, Lester Melrose, viajó en su coche hasta Misisipi con la intención de encontrar músicos prometedores. Durante la década de 1930, Melrose había trabajado simultáneamente para Columbia grabando a renombrados artistas como Loonie Johnson, Big Joe Williams o Big Bill Broonzy. En esta ocasión encontró a Tommy McClennan, un hombre que no alzaba más de metro y medio, de constitución menuda, con grandes ojos como los de una rana bajo un sombrero que le tapaba las orejas porque, según la descripción de David “Honeyboy” Edwards, “no había ni un sombrero que sirviera para la cabeza de Tommy”. Pero, a pesar de su aspecto, McClennan tenía una voz desproporcionada, y su estilo áspero y enérgico impresionó a Melrose, que le facilitó una primera sesión en Chicago.
McClennan deambuló por el estado de Misisipi, tocando en las fiestas locales y, durante algún tiempo, se asoció con David “Honeyboy” Edwards. A finales de la década de 1930 conoció a Robert Petway y en 1939 viajaron juntos a Chicago para la sesión organizada por Melrose. Una de las canciones registradas por McClennan fue “Bottle It Up and Go”, la cual causó un gran impacto entre los oyentes debido a las connotaciones raciales que incluía.
En la canción, aparecía la palabra despectiva “negrata”; Big Bill Broonzy, que se encontraba en el estudio durante la grabación, intentó convencer a McClennan de que cambiara la letra de la canción porque en Chicago y Nueva York esa palabra no estaba bien vista. McClennan se negó y, días más tarde, cuando interpretaba la canción en una fiesta de Chicago a la que habían asistido numerosos músicos de blues, Broonzy tuvo que sacar a McClennan por la ventana del local para escapar de la enojada multitud.
Con una voz similar a la de Charlie Patton, Tommy McClennan es uno de los cantantes de blues más fácilmente identificables. Más que cantar, gritaba, emitía gruñidos, acompañado por un no menos excéntrico estilo a la guitarra. Lester Melrose se empeñó en convertir a McClennan en una estrella, proporcionándole otras sesiones de grabación para Bluebird, pero la entrada de Estados Unidos en la II Guerra Mundial, borró casi por completo el rastro de Tommy McClennan. “Honeyboy” Edwards lo encontró una década después viviendo en el tráiler de un camión. Aunque apenas era capaz de tocar la guitarra, su voz aún era poderosa y Edwards le consiguió algunos conciertos. Pero el alcoholismo crónico de McClennan hizo imposible su regreso a la música. Bebía de la mañana a la noche y, finalmente, fue despedido del sello. Murió de bronconeumonía en Chicago el 9 de mayo de 1961.
Sobre su amigo Robert Petway se conoce muy poco. De él decía Broonzy que había estado casado dos o tres veces antes de trasladarse a Chicago, que le gustaban las beatas que acudían a las iglesias y que, por eso, tocaba música religiosa en las puertas de los templos de día, mientras por las noches jugaba a las cartas, bebía y cantaba en los juke joints. Grabó dos sesiones para Bluebird en marzo de 1941 y en febrero de 1942 en Chicago, en total dieciséis canciones. Su tema “Catfish Blues”, que algunos describen como autobiográfica, se encuentra hoy entre una de las mejores interpretaciones del Delta y ha sido versionada e imitada por un sinfín de músicos.
La Historia del Blues continuará en Alan Lomax vuelve a Misisipi, 1941
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