La Historia del Blues: Robert Johnson I

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Robert Johnson
La leyenda más popular del blues llega con el nombre de Robert Johnson. Como ocurre con otros músicos de aquellos años, intentar completar su biografía se vuelve una tarea frustrante, en parte por la cantidad de espacios en blanco encontrados en su historia, y en parte por la variedad de nombres diferentes que utilizó en sus últimos años.

La fecha más probable de su nacimiento es el 8 de mayo de 1911. Hijo de un trabajador de los aserraderos llamado Noah Johnson y de Julia Major, su madre estaba casada, sin embargo, con Charlie Dodds, con quien había tenido otros diez hijos. Julia localizaría más tarde a Dodds en Memphis y dejaría con él a Robert hasta 1918 o 1919, cuando regresó a por él casada con un aparcero llamado Willie “Dusty” Willis.

La nueva familia se trasladó a Robinsonville y, más tarde, a Tunica, una pequeña población del Delta. Allí, Johnson se inició en su primer instrumento musical, un arco didley que probablemente se fabricó él mismo en el porche de su casa. En la escuela, también aprendió a tocar la armónica y, en 1929, con diecisiete años, dedicaba todo su tiempo a convertirse en un músico profesional. Pero ese mismo año, se casó con Virginia Travis y, tal vez en un intento por llevar una vida más convencional junto a su esposa y al hijo que esperaban, empezó a trabajar en una granja. Aunque la música quedó relegada a un segundo plano, Robert siguió viajando y tocando en las calles por unas monedas que complementaran sus ingresos. En abril de 1930, al recibir la noticia de que su hijo estaba a punto de nacer, regresó para estar junto a su mujer, pero llegó tarde. Virginia había muerto durante el parto junto al hijo que daba a luz . Fue a raíz de tan dramático acontecimiento cuando Robert Johnson empezó a convertirse en el personaje poseído por el diablo que daría lugar a la leyenda.

Se suele aceptar que Johnson conoció a Son House, a Willie Brown y a Charlie Patton en 1930, cuando ya tenía diecinueve años y llevaba tiempo tocando en los juke joins de la zona. Esto se contradice con los recuerdos de House, que describe a Robert como un muchacho de no más de quince o dieciséis años que tocaba la armónica y se mostraba ansioso por aprender a tocar la guitarra. Según House, el chico se escapaba de su casa para acudir a las fiestas que él y Willie Brown amenizaban los sábados por la noche en Oil Mill Quarter. Salía por la ventana, cuando sus padres, que no querían verle cerca de esos garitos, en los que además de música había peleas y borracheras, ya estaban dormidos. Durante el baile, Robert se quedaba de pie observando e intentando aprender de los músicos y, en los descansos, aprovechaba para coger una de las guitarras y tratar de imitar a sus maestros. Parece que aquello molestaba bastante a House, para quien la guitarra “aullaba” y el ruido iba a mandar a la gente para casa.

Ya fuera con quince o con diecinueve años, lo más probable es que Johnson recibiera algunas clases de guitarra de House y Brown hasta que, en 1931, desapareció por un período de entre seis meses y dos años, dependiendo a quién se consulte. Según House se fue a Arkansas, mientras otras fuentes lo sitúan viajando hacia en su ciudad natal, Hazelhurst en Misisipi, con la intención de conocer a su verdadero padre.

Al cabo de ese tiempo indeterminado, Johnson reapareció con una guitarra a la espalda en un junk joint de Banks, cerca de Robinsonville. Era un sábado por la noche y sobre el escenario estaban Son House y Wille Brown. A empujones entre la multitud, Robert se acercó a los músicos y le pidió a House que le permitiera tocar una sola canción en el tiempo de descanso, a lo cual el veterano, aunque un poco reacio, accedió sorprendido de volver a encontrar al chico de nuevo, y con su propia guitarra!

Lo primero que sorprendió a House fue que Johnson había añadido una cuerda a las seis habituales de la guitarra, y cuando el joven guitarrista empezó a rasguear las cuerdas, se dio cuenta que aquel niño tan molesto se había convertido en auténtico profesional. Al finalizar su actuación todas las bocas, incluidas las de House y Brown, estaban abiertas de admiración ante su agilidad con la guitarra.

Robert justifico su recién adquirida destreza con la misma historia que Tommy Johnson había relatado pocos años antes a su hermano Ledell.

Alguien le dijo que fuera con su guitarra a un cruce de caminos cerca de la Plantación Dockery a medianoche. Allí tuvo el encuentro con un hombre negro y alto, el diablo, que cogió su guitarra y la afinó. El extraño tocó algunas canciones y luego le devolvió la guitarra a Robert. Este fue el trato: a cambio de su alma, Johnson sería capaz de crear el blues que le haría famoso. A lo largo de su breve carrera, el propio Johnson se ocupó de seguir alimentando la leyenda a través de las letras de canciones como “Me and the Devil Blues”, “Crossroad Blues” o “Hellhound on My Trail”.

La Historia del Blues continuará en Robert Johnson II

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