Continúa desde Big Joe Williams
A diferencia de H.C. Speir y los cazatalentos designados por las compañías discográficas, cuyo principal interés en la música era estrictamente comercial, algunos folkloristas dedicaron sus esfuerzos a recorrer el país en busca de músicos con el único afán de conservar la tradición. Gran parte del blues rural que ha llegado hasta nuestros días, se debe a estos etnomusicólogos, que recorrían grandes distancias con equipos de grabación portátiles en la parte trasera de sus automóviles buscando músicos amateurs a los que grabar. Dos de los mayores responsables de estas grabaciones de campo fueron John Avery Lomax y su hijo Alan.
John Avery Lomax tenía el título de Literatura Inglesa por la Universidad de Texas en Austin y un Master de Arte por la Universidad de Harvard. Pasó gran parte de su vida en campus de colegios y trabajó como profesor y como administrador en la Universidad de Texas. Durante su tiempo en Harvard, Lomax tomó la decisión de comenzar a realizar grabaciones de campo recogidas de músicos rurales para conservar tanto su música como su memoria. En 1910 publicó una primera colección de canciones su un libro “Cowboy Songs And Other Frontier Ballads” que le hizo ganar fama nacional. Pero aquellos primeros trabajos de John Lomax sólo fueron el principio de su gran aportación, una colección de más de 10.000 grabaciones para el Archive of American Folk Song, auspiciada por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y considerada la mayor y más completa recopilación de música folk del mundo.John inició su relación con la Biblioteca del Congreso en 1932. Al año siguiente, emprendió un primer viaje de veinticinco mil kilómetros junto a su hijo pequeño Alan, con el objetivo de preservar la música popular del Sur antes de que desapareciera o quedara irremediablemente corrompida por influencias comerciales. Interesados en el material más antiguo que pudieran encontrar, pronto descubrieron que las visitas a penitencierías y granjas-prisión como Parchman o Angola, resultaban muy productivas. Debido a su aislamiento de las tendencias y estilos modernos, los prisioneros eran testigos perfectos de la cultura del pasado y era probable encontrar canciones que hubieran sobrevivido de la esclavitud.
Además, en el mundo exterior, los negros solían desconfiar de los extraños que se presentaban con equipos de grabación, y los propietarios de las plantaciones no veían con buenos ojos a los blancos del Norte que acudían para entrevistar a “sus” negros. Los hombres encerrados en las cárceles, por el contrario, se mostraban ansiosos de cantar para los folkloristas. Las sesiones de grabación les proporcionaban un descanso de las duras condiciones de los trabajos forzosos. Los prisioneros solían hablar de sus tribulaciones personales, de las injusticias que habían sufrido y de su esperanza de obtener el perdón y la libertad, algo que los influyentes visitantes blancos, tal vez podrían ayudarles a conseguir.
El primer gran descubrimiento de los Lomax tuvo lugar en la prisión de Angola, en Luisiana, donde cumplía condena Hudson Ledbetter, más tarde conocido como Leadbelly.
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