Continúa desde Primeros años de libertad II. Poor Boy a Long Ways from Home
El siglo XIX vio cómo el crecimiento de las líneas de ferrocarril contribuyó a transformar la sociedad agrícola americana en una sociedad industrial capaz de facilitar a las masas todo tipo de artículos de mercado. El primer servicio de ferrocarril a vapor en América tuvo lugar en Charleston, Carolina del Sur, en 1830.
Durante las dos décadas siguientes, las líneas ferroviarias se extendieron penetrando hacia el oeste, y en 1852, llegaban hasta Chicago. La fiebre del oro de 1848 y 1849 estimuló aún más la migración hacia el oeste, y los nuevos ferrocarriles facilitaron la reubicación de los colonos. El proceso fue más lento y costoso en el sur, donde los plantadores tan sólo tenían necesidad de mover sus productos al mercado una vez al año. Además de temer por la estabilidad de sus acuerdos comerciales, también eran conscientes de que el ferrocarril facilitaba a sus esclavos un medio de transporte rápido de escapar al norte.
Después de la Guerra Civil y abolida la esclavitud, las compañías ferroviarias continuaron extendiéndose a lo largo del continente hasta conectar el este con el oeste. El ferrocarril sustituyó entonces al río como medio de transporte para la madera y las compañías madereras empezaron a adquirir grandes extensiones de terreno en la cuales construían sus propias líneas ferroviarias.
Los trabajadores y sus familias vivían en campamentos construidos y controlados por las compañías, compraban sus necesidades esenciales en el almacén de la compañía y los niños de los trabajadores blancos iban al colegio de la compañía. Negros y blancos vivían en cuarteles segregados, pero ninguno de los dos grupos era capaz de cubrir sus necesidades básicas con la escasa paga que recibían. El coste de los artículos vendidos en el almacén de la compañía, así como las rentas cargadas por la casa, excedían los salarios por el que trabajo que realizaban. Los trabajadores podían gastar sus vidas en una deuda interminable. Las compañías madereras controlaban las carreteras y las vías del ferrocarril dentro y fuera de sus áreas de trabajo, y prevenían la huida de cualquiera que intentara romper con esta servidumbre involuntaria.
Aún bajo estas circunstancias, algunos negros encontraron que las facilidades de los campamentos eran una opción mejor que la aparcería y muchas familias, tanto blancas como negras, permanecieron en los campamentos durante varias generaciones, aunque en condiciones muy distintas. Las compañías pagaban menos a los trabajadores negros que a los blancos y proporcionaban las peores viviendas a sus familias. Los hijos de los trabajadores blancos contaban con escuelas y profesores mientras que la educación de los negros era completamente ignorada. Se esperaba de ellos que se mantuvieran subordinados a las leyes Jim Crow, y las tensiones raciales, las hostilidades y la violencia a menudo emergía entre ambos grupos.
Para relajar la tensión, en muchos campamentos los negros se reunían alrededor de un piano en sus cuarteles los sábados por la noche y se tocaba música hasta la madrugada. Hombres y mujeres bailaban un primitivo estilo de blues al piano que más tarde se convertiría en el boggie-woggie.
Tanto el ferrocarril y sus líneas como la vida en los campamentos madereros inspiraron más tarde numerosas canciones de blues, en muchas de las cuales destaca la ambivalencia de sentimientos de los trabajadores negros bajo las duras condiciones de vida que soportaban. Una de las primeras referencias a las líneas ferroviarias en la música americana se encuentra en una canción datada en 1840, en cuya letra se muestra claramente que las líneas ferroviarias eran un modo más rápido de viajar que los barcos del canal o por el río. Al finalizar el siglo XIX, la experiencia del trabajo en los raíles encontró una vía de expresión en canciones como "Nine Pound Hammer" y "Spike Driver Blues" que relataban la experiencia del trabajo realizado en la construcción de las líneas ferroviarias.
Los campamentos madereros también inspirarían canciones como "Sawmill Blues" de Elzadie Robinson grabada en 1926, "Log Camp Blues" de Ma Rainey grabada en 1928 o "Lumber Yard Blues" de Robert Hill grabada en 1936.
No solo se requería mano de obra para la obtención de madera y el desarrollo del ferrocarril. A lo largo del río Misisipi, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército construía diques para controlar su flujo y evitar que el río se desbordara. Los diques, que habían aparecido por primera vez a principios del siglo XIX durante el desarrollo inicial de la ciudad de New Orleans, se extendían por el Misisipi para asegurar una mejor navegación por el río de los barcos de vapor comerciales.
En la gran inundación de 1882, el Misisipi desbordó sus bancos y los diques existentes desde Cairo, Illinois, hasta la desembocadura del río. Las inundaciones alcanzaron un diámetro de 70 millas en el punto más amplio. Debido a la deuda soportada por los estados del sur más vulnerables a la catástrofe, el gobierno federal intervino para dirigir y construir un sistema de diques más extenso. Hombres y mujeres negros fueron reclutados bajo el sistema de arrendamiento de convictos para limpiar el terreno de basuras, árboles y piedras en los lugares que debían ocupar los nuevos muros de contención. Sus vidas tenían poco valor más allá del trabajo que realizaban y muchos trabajaban hasta caer muertos en el mismo lugar de la construcción. Sus cuerpos eran enterrados en los mismos diques.
Los hombres y mujeres negros que trabajaban como esclavos y más tarde como convictos construyeron los diques del bajo Valle del Misisipi, y la experiencia de construir diques también está presente en las letras del de blues. Entre los muchos ejemplos, Big Bill Broonzy grabó "Levee Blues" en 1930; Thomas Dorsey grabó "Levee Bound Blues" en 1930; Son House grabó "Levee Camp Blues" in 1941; y Ma Rainey grabó "Levee Camp Moan" en 1925.
El siglo XIX vio cómo el crecimiento de las líneas de ferrocarril contribuyó a transformar la sociedad agrícola americana en una sociedad industrial capaz de facilitar a las masas todo tipo de artículos de mercado. El primer servicio de ferrocarril a vapor en América tuvo lugar en Charleston, Carolina del Sur, en 1830.
Durante las dos décadas siguientes, las líneas ferroviarias se extendieron penetrando hacia el oeste, y en 1852, llegaban hasta Chicago. La fiebre del oro de 1848 y 1849 estimuló aún más la migración hacia el oeste, y los nuevos ferrocarriles facilitaron la reubicación de los colonos. El proceso fue más lento y costoso en el sur, donde los plantadores tan sólo tenían necesidad de mover sus productos al mercado una vez al año. Además de temer por la estabilidad de sus acuerdos comerciales, también eran conscientes de que el ferrocarril facilitaba a sus esclavos un medio de transporte rápido de escapar al norte.
Después de la Guerra Civil y abolida la esclavitud, las compañías ferroviarias continuaron extendiéndose a lo largo del continente hasta conectar el este con el oeste. El ferrocarril sustituyó entonces al río como medio de transporte para la madera y las compañías madereras empezaron a adquirir grandes extensiones de terreno en la cuales construían sus propias líneas ferroviarias.
Los trabajadores y sus familias vivían en campamentos construidos y controlados por las compañías, compraban sus necesidades esenciales en el almacén de la compañía y los niños de los trabajadores blancos iban al colegio de la compañía. Negros y blancos vivían en cuarteles segregados, pero ninguno de los dos grupos era capaz de cubrir sus necesidades básicas con la escasa paga que recibían. El coste de los artículos vendidos en el almacén de la compañía, así como las rentas cargadas por la casa, excedían los salarios por el que trabajo que realizaban. Los trabajadores podían gastar sus vidas en una deuda interminable. Las compañías madereras controlaban las carreteras y las vías del ferrocarril dentro y fuera de sus áreas de trabajo, y prevenían la huida de cualquiera que intentara romper con esta servidumbre involuntaria.
Aún bajo estas circunstancias, algunos negros encontraron que las facilidades de los campamentos eran una opción mejor que la aparcería y muchas familias, tanto blancas como negras, permanecieron en los campamentos durante varias generaciones, aunque en condiciones muy distintas. Las compañías pagaban menos a los trabajadores negros que a los blancos y proporcionaban las peores viviendas a sus familias. Los hijos de los trabajadores blancos contaban con escuelas y profesores mientras que la educación de los negros era completamente ignorada. Se esperaba de ellos que se mantuvieran subordinados a las leyes Jim Crow, y las tensiones raciales, las hostilidades y la violencia a menudo emergía entre ambos grupos.
Para relajar la tensión, en muchos campamentos los negros se reunían alrededor de un piano en sus cuarteles los sábados por la noche y se tocaba música hasta la madrugada. Hombres y mujeres bailaban un primitivo estilo de blues al piano que más tarde se convertiría en el boggie-woggie.
Tanto el ferrocarril y sus líneas como la vida en los campamentos madereros inspiraron más tarde numerosas canciones de blues, en muchas de las cuales destaca la ambivalencia de sentimientos de los trabajadores negros bajo las duras condiciones de vida que soportaban. Una de las primeras referencias a las líneas ferroviarias en la música americana se encuentra en una canción datada en 1840, en cuya letra se muestra claramente que las líneas ferroviarias eran un modo más rápido de viajar que los barcos del canal o por el río. Al finalizar el siglo XIX, la experiencia del trabajo en los raíles encontró una vía de expresión en canciones como "Nine Pound Hammer" y "Spike Driver Blues" que relataban la experiencia del trabajo realizado en la construcción de las líneas ferroviarias.
Los campamentos madereros también inspirarían canciones como "Sawmill Blues" de Elzadie Robinson grabada en 1926, "Log Camp Blues" de Ma Rainey grabada en 1928 o "Lumber Yard Blues" de Robert Hill grabada en 1936.
No solo se requería mano de obra para la obtención de madera y el desarrollo del ferrocarril. A lo largo del río Misisipi, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército construía diques para controlar su flujo y evitar que el río se desbordara. Los diques, que habían aparecido por primera vez a principios del siglo XIX durante el desarrollo inicial de la ciudad de New Orleans, se extendían por el Misisipi para asegurar una mejor navegación por el río de los barcos de vapor comerciales.
En la gran inundación de 1882, el Misisipi desbordó sus bancos y los diques existentes desde Cairo, Illinois, hasta la desembocadura del río. Las inundaciones alcanzaron un diámetro de 70 millas en el punto más amplio. Debido a la deuda soportada por los estados del sur más vulnerables a la catástrofe, el gobierno federal intervino para dirigir y construir un sistema de diques más extenso. Hombres y mujeres negros fueron reclutados bajo el sistema de arrendamiento de convictos para limpiar el terreno de basuras, árboles y piedras en los lugares que debían ocupar los nuevos muros de contención. Sus vidas tenían poco valor más allá del trabajo que realizaban y muchos trabajaban hasta caer muertos en el mismo lugar de la construcción. Sus cuerpos eran enterrados en los mismos diques.
Los hombres y mujeres negros que trabajaban como esclavos y más tarde como convictos construyeron los diques del bajo Valle del Misisipi, y la experiencia de construir diques también está presente en las letras del de blues. Entre los muchos ejemplos, Big Bill Broonzy grabó "Levee Blues" en 1930; Thomas Dorsey grabó "Levee Bound Blues" en 1930; Son House grabó "Levee Camp Blues" in 1941; y Ma Rainey grabó "Levee Camp Moan" en 1925.
La Historia del Blues continúa en Arrendamiento de convictos
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